Ley de Suelos versus anarquía

En la Legislatura de Mendoza, y luego de trece años de su presentación, puede quedar aprobado en los próximos días el proyecto de Ley de Suelos, instrumento legal con el que se debió contar hace ya mucho tiempo. El crecimiento anárquico de grandes extensiones urbanas de Mendoza está relacionado con la ausencia de esa normativa, ya que por muchas décadas las disposiciones fueron adoptadas a nivel municipal.

No solamente la extensión de sectores urbanos hacia zonas agrícolas de primera categoría debe contabilizarse como una pérdida para la Provincia: la superposición de industrias y zonas residenciales se deriva de la falta de reglamentaciones que, libradas al ámbito de las comunas, fue produciéndose a la zaga de las conveniencias del momento y raras veces atendiendo a los intereses generales.

Es así como, en lugares del Gran Mendoza, existen zonas densamente pobladas carentes de espacios verdes y que, para peor, albergan también, dentro de su ámbito, industrias que contaminan al ambiente mediante gases, aguas servidas o, directamente, ruido.

El éxodo de parte de las clases altas hacia lugares más espaciosos y, posiblemente por la característica de ser urbanizaciones privadas, más seguras, se ha realizado en muchos casos a expensas de zonas de cultivos que, como la de Chacras de Coria -por mencionar solamente a la más característica- formaban parte de lo que se consideraban primeras zonas para ciertas actividades, como la vitivinicultura.

Tampoco se ha conseguido evitar, en los casos en que se ha propiciado la instalación de parques industriales, que en sus proximidades se instalaran núcleos habitacionales, desde los cuales, pasado un tiempo, se iniciaron reclamos por cuestiones relacionadas con el medio ambiente.

El caso del aeroparque de la ciudad de Mendoza puede ser uno de los que mejor ilustren las consecuencias de carecerse de una normativa en materia de uso de suelos: construido en zona deshabitada, constituía una adecuada alternativa al uso del que funcionó y sigue funcionando en El Plumerillo. Pero, se realizaron loteos hasta el borde mismo de esa pista y, luego, los mismos vecinos provocaron la anulación de la pista y sus costosas instalaciones aduciendo el peligro que corrían sus hogares.

De la misma forma, si esa reglamentación hubiera estado vigente, se hubiera podido evitar la invasión de las zonas pedemontanas por urbanizaciones que desvirtúan la natural función de esa parte del suelo, que es la de insumir y, por su vegetación, contener el agua de aluvión cuando se producen grandes lluvias en las cuencas próximas. No solamente quedan esas urbanizaciones en peligro de ser arrasadas si se producen, como fatalmente ocurrirá algún día, tormentas como la que ocasionaron los aluviones de enero de 1970, sino que la misma ciudad Capital y las que le son aledañas se encuentran aún más expuestas a efectos potenciados por la degradación que provocan esos núcleos habitacionales.

Muchos otros aspectos deben ser contemplados como producidos por la demora en sancionar esta ley. En muchos casos, negociados realizados en el ámbito de las comunas podrían haber sido evitados si se hubiera contado con un marco legal adecuado.

Es posible que, en el período en que el proyecto ha dormido en los escritorios legislativos, se haya hecho necesario incorporar alguna corrección debido a que las circunstancias han cambiado y también se han perfeccionado las técnicas de conservación del medio ambiente y de urbanización.

Algunas modificaciones se han realizado, y será el caso de que el texto sea reexaminado tras su retorno a la Cámara de origen, Senadores, y se contemple la posibilidad de mejorarlo y pulirlo.

Trece años de espera justifican los esfuerzos para poder tener una buena ley.

Los Andes-Mendoza
Martes 30 de Septiembre de 2003