Caminar entre estelas de denso humo negro

Fachadas de edificios tiznadas, colectivos que aceleran y dejan una estela de humo negro y una suerte de nubes tóxicas ocasionales que suelen encontrarse en las esquinas porteñas son algunos de los problemas que sufren los habitantes de la Capital.

“Caminar por el microcentro es una pesadilla. Uno respira continuamente los gases de los colectivos y no queda otra alternativa. En el Bajo, por las calles que cortan la avenida Corrientes, es increíble cómo están de negros los edificios”, dijo Miguel Cané, un empleado que trabaja en la zona, consultado por LA NACION.

A pesar de las verificaciones técnicas que deben sortear los colectivos de línea para circular, es común ver cómo los transportes transgreden los límites de emisión de humo. Un caso: el interno 61 de la línea 93 (patente SVS 567, modelo 1994) fue multado por Control de Calidad Ambiental del gobierno porteño en seis oportunidades en poco más de un año por emanar de él gases tóxicos (el 23/3, 7/6, 11/10, y 8/11 de 2005, y el 21/3 y el 9/6 de 2006).

Los camiones de carga también son un problema por la emanación de gases, aunque los que transitan por la avenida hacia el puerto tienen una “ayuda” de la naturaleza: la cercanía del río hace que los tóxicos se dispersen con mayor facilidad.

“Es insólito que se controle el aire de la ciudad pero no se mida en lugares caóticos como el microcentro. Aquí, tanto como en la avenida Madero, donde los camiones transitan continuamente, es terrible la contaminación que hay. Pero nadie respeta nada”, sostuvo Alejandra García, que trabaja como contadora en la zona.

Para Alberto Morales, de 63 años, no hay controles rigurosos. “Cómo puede ser que los colectivos liberen una estela negra y nadie haga nada. Faltan controles serios”, dijo.

La emanación de gases y su alta concentración son nocivas para la salud: la exposición crónica a ambientes tan viciados trae aparejados problemas respiratorios y cutáneos. Uno de los ejemplos es el del óxido de nitrógeno: según los especialistas, sus altas concentraciones en el aire provocan constricción bronquial tanto en personas asmáticas como en sanas.

La Nación
Martes 11 de Julio de 2006

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